Domingo 1º de Adviento - Ciclo A

Evangelio: Mateo 24, 37-44

 

Texto

    37 Ahora bien, lo que pasó en tiempos de Noé pasará en la llegada del Hijo del hombre; 38 es decir, lo mismo que en los días antes del diluvio la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca 39 y, estando ellos desprevenidos, llegó el diluvio y arrambló con todos, así sucederá también en la llegada del Hijo del hombre. 40 Entonces, dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; 41 dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. 42 Por tanto, manteneos despiertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.
        43 Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa. 44 Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.

Notas

    A preguntas de los discípulos, Jesús les habla de algunos acontecimientos futuros. Sobre el fin de la historia (individual o colectiva) Jesús dice que ese es un asunto que sólo al Padre compete: en sus manos está (Mt 24,36).
    La llegada del Hombre -que no significa el fin del mundo-, al tiempo que señala el fin de la opresión, dará cumplimiento pleno a la  esperanza de sus seguidores: él recogerá y se llevará consigo a los que hayan dado su vida para que se pueda lograr su proyecto (Mt 24,30). El momento en que se producirá esta venida será imprevisible, llegará repentinamente, sin avisar. Por eso, y mientras llega ese instante, hay que mantener una actitud de solidaridad permanente -manteneos despiertos-- con la causa de Jesús, es decir, hay que mantenerse activos y comprometidos con la construcción de un mundo fraternal y justo frente a los poderes opresores del hombre.
    La expresión «manteneos despiertos» se entenderá mejor si se pone en relación con el pasaje de la oración del huerto (Mt 26,38.40.41), cuando Jesús pide a Pedro y a los hijos de Zebedeo que se mantengan despiertos con él. Les está pidiendo que se mantengan fieles a él, identificados con su proyecto y solidarios con su persona. Jesús, en ese momento, está a punto de entregarse a sí mismo, llevando así a término su compromiso de amor a la humanidad. Y al exhortarles a que se mantengan despiertos, está proponiendo a sus discípulos que sean capaces de un amor como el suyo, que se mantengan, ellos también, fieles a su compromiso, especialmente cuando las dificultades, los conflictos y las persecuciones lleguen y que también ellos estén dispuestos a llegar, si fuera necesario, hasta el don de sí mismos.

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