Domingo de Ramos - Ciclo A

Evangelio (Procesión de los ramos): Mateo 21,1-11

Texto

21    1 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos, 2 diciéndoles:
    - Id a la aldea de enfrente y encontraréis en seguida una borrica atada, con un pollino; desatadlos y traéd­melos. 3 Y si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita, pero que los devolverá cuanto antes.
    4 Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta:

    5 Decid a la ciudad de Sion:
        Mira a tu rey que llega,
    sencillo, montado en un asno,
    en un pollino, hijo de acémila.

            (Is 62,11; Zac 9,9)

   6  Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús; 7 trajeron la borrica y el pollino, les pusieron encima los mantos y Jesús se montó. 8 La mayoría de la gente se puso a alfombrar la calzada con sus mantos; otros la alfombraban con ramas que cortaban de los árboles. 9 Y los grupos que iban delante y detrás gritaban:
    -¡Viva el Hijo de David!
    -¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (Sal 118,25-26).
    -¡Sálvanos desde lo alto!
    10 Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba agitada:
    -¿Quién es éste?
    11 Las multitudes contestaban:
    - Éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.


 

Notas

    Jesús quiere mostrar cuál es su mesianismo, en qué sentido puede ser considerado rey. Para ello realiza lo anunciado en el profeta Zacarías (9,9-10): llega a Jerusalén (hija de Sion) como rey... justo y victorioso; humilde y cabalgando un asno. Un rey pacífico que empezará por desarmar a su pueblo para así dictar la paz a las naciones y extender su dominio hasta los confines de la tierra. Los discípulos serán los encargados de difundir este tipo de mesianismo humilde, pacífico y universalista que el pueblo -la aldea- no conoce porque está oculto -atado- por la ideología oficial.
    El gesto de desatar el borrico significa que se libera la profecía y se pone en marcha su cumplimiento. Y, precisamente porque se libera una profecía liberadora, el gesto implica el comienzo de la liberación de todos los que se van a beneficiar por el gobierno de un rey pacífico y justo, es decir, de todos los que se van a librar de un poder alienante, opresor y esclavizador.
    Los discípulos, que en este momento ya son muchedumbre, reconocen y aclaman a Jesús como el enviado de Dios, el Mesías por medio del cual Dios va a hacer llegar la paz a su pueblo.
    Pero esas multitudes, sin embargo, no lo entienden o no lo aceptan del todo. Lo proclaman Mesías, pero en la línea de David -Hijo de David-, rey victorioso, sí, pero también rey guerrero, violento y nacionalista. Esto explica que, cuando se les proponga que elijan entre Jesús y Barrabás, al ver a Jesús aparentemente derrotado, cedan a la presión de los dirigentes y pidan la muerte para Jesús (Mt 27,22-23).
    La ciudad no participa en la manifestación; toda ella, jefes y pueblo, asiste agitada, siente que los fundamentos de su sistema se resquebrajan.  A la pregunta de la ciudad entera -¿Quién es éste?- responden las multitudes identificando a Jesús como un profeta más, en la línea de los del Antiguo Testamento (ver Mt 16,14), ratificando así que no han comprendido la novedad del mesianismo de Jesús.

 

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