Domingo 5º de Pascua - Ciclo A - Evangelio

Evangelio: Juan 14,1-12

14        1 No estéis intranquilos; mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola a mí. 2 En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos; si no, os lo habría dicho. Voy a prepararos sitio. 3 Cuando vaya y os lo prepare, vendré de nuevo y os acogeré conmigo; así, donde estoy yo estaréis también vosotros. 4 y para ir adonde yo voy, ya sabéis el camino.
            5 Tomás le dijo:
            - Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
                 6 Respondió Jesús:
            - Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí. 7 Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre; aunque ya ahora lo conocéis y lo estáis viendo presente.
                 8 Felipe le dijo:
            - Señor, haz que veamos al Padre, y nos basta.
                 9 Jesús le contestó:
         - Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre; ¿cómo dices tú: «Haz que veamos al Padre»? 10¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo? Las exigencias que yo propongo no las propongo como cosa mía: es el Padre, quien, viviendo en mí, realiza sus obras. 11Creedme: yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo; y si no, creedlo por las obras mismas.
            12 Sí, os lo aseguro: Quien me presta adhesión, hará obras como las mías y aun mayores; porque yo me voy con el Padre.

 

            En el contexto de la última cena, Jesús se despide de sus discípulos; «ya -les acaba de decir- me queda poco que estar con vosotros» (13,33). Ahora calma su intranquilidad ante la cercanía de la separación: Jesús se marcha, pero no los olvida. Va a prepararles sitio a la casa del Padre de la que ya conocen el camino: Jesús mismo. Un camino empedrado de amor leal y de la única verdad absolutamente incontestable, la vida. Ese camino tiene, pues, una meta: el Padre, con quien Jesús se identifica.

            En la actividad de Jesús se hace presente el Padre; y, en la medida en que la actividad -la vida- de sus seguidores se ajuste a las exigencias del proyecto de Jesús, ésta será también reveladora, manifestadora, de la gloria del Padre. El vínculo de unión de la comunidad con Jesús y el Padre, que ha de manifestarse en la vida de sus seguidores y se estrecha y se fortalece mediante la oración (14,12-14).

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