Domingo 5º de Pascua - Ciclo C

Evangelio: Juan 13,31-33.34-35

 

Texto

    31Cuando salió, dijo Jesús:
    - Acaba de manifestarse la gloria del Hijo del hombre y, por su medio, la de Dios; 32y, por su medio, Dios va a manifestar su gloria y va a manifestarla muy pronto.
    33Hijos míos, ya me queda poco que estar con vosotros. Me buscaréis, pero aquello que dije a los judíos: "Adonde yo voy, vosotros no sois capaces de venir", os lo digo también a vosotros ahora.
    34Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que os tenéis amor entre vosotros.

Notas

    Jesús, al decirle a Judas «Lo que has de hacer, hazlo pronto» (13,27), acaba de aceptar su muerte, con lo que fija el nivel hasta el que llega su amor: hasta el don de la propia vida. Con la salida del traidor para llevar a cabo su propósito, el evangelista  muestra como irreversible la decisión de uno y de otro.
    Jesús, con esta muestra de fidelidad y de amor leal, hace brillar la gloria de Dios; Dios corresponderá mostrando que el amor es más fuerte que la muerte y hace que, al final, triunfe siempre la vida.
    Jesús anuncia a los suyos su próximo final, la culminación de su camino que, por el momento, debe completar él solo. Ante la cercanía de la separación, Jesús deja a los suyos su última voluntad: la norma que debe convertirse en característica de la vida de los suyos, en el rasgo que identifique la nueva humanidad que está a punto de nacer.
    La Antigua Alianza contenía muchas leyes, aunque, en palabras del mismo Jesús, todas ellas se resumían en dos: amar a Dios sobre todas las cosas, amar al prójimo como a uno mismo. Esta pluralidad de leyes se reduce en la Nueva Alianza a una sola: el mandamiento nuevo. Nuevo porque contiene elementos originales; y nuevo porque pone fin a la vigencia de los antiguos, superándolos y asumiendo sus elementos positivos.
    En realidad no se trata de una norma, no tiene contenido concreto. Se limita a indicar una dirección y a señalar un nivel: la dirección es el amor que debe ser el elemento determinante de cualquier decisión, la nota característica de cualquier acción del seguidor de Jesús. Los seguidores de Jesús pueden hacer lo que quieran, siempre que, en su acción se ponga en práctica y se manifieste el amor al estilo de Jesús. El nivel lo fijó Jesús: su propio amor, que llegó hasta el punto de entregar su vida para que todos pudieran vivir de verdad.
    ¿Y el amor de Dios? ¡Ese es el amor con el que los discípulos aman! Por eso no hace falta ni siquiera nombrarlo.

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