Vigilia Pascual - Ciclo A
Evangelio: Marcos 16,1-7
Texto |
16 1 Transcurrido el día de precepto, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarlo. 2 El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro ya salido el sol. 3 Se decían unas a otras: -¿Quién nos correrá la losa de la entrada del sepulcro? 4 Al levantar la vista observaron que la losa estaba corrida (y era muy grande). 5 Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, envuelto en una vestidura blanca, y se quedaron completamente desconcertadas. 6 Él les dijo: -No os desconcertéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron 7 y ahora, marchaos, decid a sus discípulos y, en particular, a Pedro: «Va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os había dicho». |
Notas |
Es el primer día de la semana, el primer día de la nueva creación. Comienza un mundo nuevo, nace una nueva humanidad. Las mujeres que habían visto cómo colocaban a Jesús en el sepulcro Lc 24,55), después de observar el descanso del sábado (v. 56) -no habían roto todavía con el mundo viejo- y convencidas de que la muerte había vencido definitivamente a Jesús, van al sepulcro en donde esperan encontrar su cadáver para embalsamarlo con los aromas y ungüentos que habían preparado. Su gesto es expresión, al mismo tiempo, del amor que sienten por Jesús y de su falta de fe. Encuentran el sepulcro abierto y quedan desconcertadas. Los dos hombres que aparecen de repente recuerdan a Moisés y Elías en el episodio de la transfiguración (Lc 9,28-36): ellos van a dar testimonio de que el final del camino - del éxodo- de Jesús ha sido su victoria sobre la muerte. Ante el temor de las mujeres proclaman su testimonio, en forma de pregunta: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Esta pregunta les recuerda el anuncio de Jesús y van a anunciar su experiencia a los discípulos; pero éstos no creen y, ni siquiera sienten necesidad de comprobar personalmente sus palabras. Salvo Pedro, que se levanta y va a ver. Pero el sepulcro vacío solo le produce extrañeza. |