Domingo 32º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Evangelio: Marcos 12,38-44

 

Texto

    38 Entre lo que enseñaba, dijo:
    -¡Cuidado con los letrados! Esos que gustan de pasearse con sus vestiduras y de las reverencias en la calle, 39 de los primeros asientos en las sinagogas y de los primeros puestos en los banquetes; 40 esos que se comen los hogares de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos tales recibirán una sentencia muy severa.
    41 Se sentó enfrente de la Sala del Tesoro y observaba cómo la gente iba echando monedas en el tesoro; muchos ricos echaban en cantidad. 42 Llegó una viuda pobre y echó dos ochavos, que hacen un cuarto. 43 Convocando a sus discípulos, les dijo:
    -Esa viuda pobre ha echado en el tesoro más que nadie, os lo aseguro. 44 Porque todos han echado de lo que les sobra; ella, en cambio, sacándolo de su falta, ha echado todo lo que tenía, todos sus medios de vida.

Notas

    La polémica de Jesús con los fariseos ocupa una muy importante parte de la extensión total de los evangelios. Su manera de entender la religiosidad y su extremo rigor en el cumplimiento de las prescripciones religiosas estaban, en el fondo, motivadas por su deseo de sentirse y de aparecer como superiores: vestiduras que los distinguían -y los separaban- de los demás, gusto por ser objeto de un respeto casi religioso, puestos de honor...
    Pero la farsa de su exquisita religiosidad se ponía de manifiesto en la absoluta insensibilidad ante la necesidad de los más pobres: no les producía ningún rubor el arruinar la ya quebrantada economía de las viudas; y no les producía ningún remordimiento de conciencia hacerlo tomando como pretexto al Dios de Israel.
    En medio de una religión convertida en una estafa, en la que el verdadero dios era el dinero (Mc 11,16-17), Jesús pone como ejemplo de generosidad agradable a Dios la pequeña limosna de una viuda.
    A los ojos de Dios lo que enriquecerá las relaciones de los hombre con Él no son las grandes donaciones de los ricos, sino el don de sí de los pobres -personas o pueblos, pues la viuda representa al resto fiel de Israel- que, con poco que den, están entregando y compartiendo su propia vida.

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