Festividad de Santiago Apóstol - Ciclo B

Evangelio: Mateo 20,20-28

 

Texto

    20 Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para rendirle homenaje y pedirle algo.
    21 Él le pregunto:
    -¿Qué deseas?
    Contestó ella:
    -Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
    22 Pero Jesús replicó:
    -No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo? Le contestaron:
    -Sí, lo somos.
    23 Él les dijo:
    -Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado.
    24 Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
    25 Jesús los reunió y les dijo:
    -Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen. 26 No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro, 27 y el que quiera ser primero sea siervo vuestro.
28 Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

Notas

    La tradición judía alimentaba la esperanza de un Rey Mesías, fuerte y victorioso que derrotaría a los enemigos de Israel y le devolvería a su pueblo el poder y el prestigio que tuvo en la época de David y Salomón. Herederos de esa mentalidad (personalizada en la madre que intercede por ellos) Santiago y Juan pretenden que, cuando llegue la victoria y Jesús sea entronizado como Rey, se les reserven a ellos los dos puestos más importantes, los dos cargos que acumulen más poder.
    Esa mentalidad parece compartida por todos los demás discípulos, que se indignan porque los dos hermanos están intentando adelantárseles.
    La respuesta de Jesús, dirigida a los hermanos, comienza desautorizando esa tradición y poniendo de manifiesto que ellos no han comprendido todavía como es el mesianismo de Jesús.
    El párrafo anterior a este es el tercer anuncio que hace Jesús acerca de su muerte y resurrección: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y letrados: lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día resucitará» (Mt 20,19-19).
    A ese modo de ser Mesías se está refiriendo Jesús. Y la cercanía con él dependerá del grado de compromiso con su proyecto: Jesús será rey en la cruz; ese será su trono y sus seguidores deben asociarse a su suerte. ¿Están dispuestos a ello los Zebedeos?    Por su respuesta parecería que sí aunque, en realidad, lo que están dispuestos es cualquier cosa con tal de alcanzar el poder. Por eso se hace necesaria una explícita enseñanza de Jesús sobre el poder de los jefes de las naciones: su poder se sostiene gracias al dominio y la opresión. Por eso esa grandeza queda excluida de proyecto de Jesús para quien la verdadera grandeza consiste en el servicio libre y liberador: «Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida por la liberación de todos.»