Santa María Madre de Dios - Ciclo A

Evangelio: Lucas 2,16-21

 

Texto

     16 Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño recostado en el pesebre. 17 Al verlo, les comunicaron las palabras que les habían dicho acerca de aquel niño. 18 Todos los que lo oyeron quedaron sorprendidos de lo que decían los pastores. 19 María, por su parte, conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior. 20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído; tal y como les habían dicho.
     21 Al cumplirse los ocho días, cuando tocaba circuncidar al niño, le pusieron de nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Notas

     Los pastores, los primeros que han recibido el anuncio del nacimiento del Mesías, responden con presteza a ese anuncio, comprueban cómo se realiza y comunican a los presentes la experiencia que habían gozado, provocando su sorpresa (¿No habría de sorprender que el hijo de Dios esté recostado en un pesebre y que sea un grupo de marginados los que primero conocen y comunican la noticia?).
     María parece ser la única que no se sorprende, sino que convierte todos estos acontecimientos en el contenido de su reflexión.
     Los pastores vuelven dando gloria a Dios, que cumple su palabra y cumplirá, por tanto sus promesas.
     El recién nacido se ve sometido a las exigencias de la ley, a la ceremonia (la circuncisión) que lo integra en Israel y en la religión judía; pero su mismo nombre (Jesús = Dios salva) manifiesta que estará por encima de las fronteras y el exclusivismo de uno y otra.

     Pablo, en la carta a los Gálatas (2ª lectura) explica teológicamente la razón por la que Jesús se sometió a las exigencias de la Ley: «Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley»: Jesús es plenamente humano -nacido de mujer- y las propuesta de salvación que ofrece la hace desde dentro de la historia y la realidad humanas.