Domingo 29º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Evangelio: Marcos 10,35-45

 

Texto

     35 Se le acercaron los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
     - Maestro, queremos que lo que te pidamos lo hagas por nosotros.
     36 Él les preguntó:
     - ¿Qué queréis que haga por vosotros?
     37 Le contestaron ellos:
     - Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda el día de tu gloria.
     38 Jesús les replicó:
     - No sabéis lo que pedís; ¿sois capaces de pasar el trago que yo voy a pasar, o de dejaros sumergir por las aguas que me van a sumergir a mí?
     39 Le contestaron:
     - Sí, lo somos. Jesús les dijo:
     - El trago que voy a pasar yo, lo pasaréis, y las aguas que me van a sumergir a mi os sumergirán a vosotros; 40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano concederlo más que a aquellos a quienes esté destinado.
     41 Al oírlo, los otros diez dieron rienda suelta a su indignación contra Santiago y Juan.
     42 Jesús los convocó y les dijo:
     - Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las dominan, y que sus grandes les imponen su autoridad.
     43 No ha de ser así entre vosotros; al contrario, entre vosotros, el que quiera hacerse grande ha de ser servidor vuestro, 44 y el que quiera ser primero, ha de ser siervo de todos; 45 porque tampoco el Hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

Notas

     Jesús acaba de anunciar por tercera vez su muerte y su resurrección. Algunos de los seguidores de Jesús, (Santiago y Juan, los Truenos, los autoritarios, Mc 3,17) parece que se han confundido con lo que significa morir y resucitar y lo han entendido como el paso de una situación de aparente derrota al triunfo, a la conquista del poder y a la restauración del reino de David. Y se acercan a Jesús a pedirle los dos cargos más importantes en ese que será el día de su gloria, tal y como ellos lo entienden.
     A tal petición Jesús responde con la exigencia de un compromiso: que estén dispuestos, si fuera necesario, a una muerte (bautismo) como la suya; lo que suceda después queda en las mejores manos, en las manos del Padre.
     Los demás discípulos reaccionan, molestos, por el intento de los dos hermanos de adelantarse a los demás y copar los dos mejores puestos. Jesús los convoca y formula una enseñanza de una claridad meridiana: el poder es siempre opresor y, por tanto, incompatible con su proyecto. Frente al poder como eje estructurante de las sociedades humanas Jesús propone el servicio, libremente otorgado. El primero entre ellos será el que, siguiendo su ejemplo, preste un más generoso servicio al servicio de la liberación.