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Tercera estación: la primera amenaza.
    
S. Te alabamos, Jesús, y te bendecimos
R. Porque con tu amor, que te llevó hasta la cruz, liberaste al mundo.
    

Lucas 4,16-30

     16Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga, según su costumbre, y se levantó para tener la lectura. 17Le entregaron el volumen del profeta Isaías y, desenrollando el volumen, dio con el pasaje donde estaba escrito:
     18El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, 19 a proclamar el año favorable del Señor. (Is 61,2)
     20Enrolló el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en el 21y empezó a hablarles:
     -Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado.
     22Todos se declaraban en contra extrañados del discurso sobre la gracia que salía de sus labios.
     23Él les dijo:
     -Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. 25Pero no os quepa duda de que en tiempo de Elías, cuando no llovió en tres años y medio y hubo una gran hambre en toda la región, había muchas viudas en Israel; 26y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías, pero sí a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón. 27Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos leprosos en Israel y, sin embargo, ninguno de ellos quedó limpio, pero sí Naamán el sirio.
     28Al oír aquello, todos en la sinagoga se pusieron furiosos 29y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad y lo condujeron hasta un barranco del monte sobre el que estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. 30Pero él se abrió paso entre ellos y emprendió el camino.



Reflexión

     Jesús acude a la sinagoga de Nazaret, a su pueblo donde se había criado para presentarse como Mesías y exponer su programa. Nazaret representa el ambiente -y, por tanto, la mentalidad, la ideología- en que se había educado Jesús: fidelidad religiosa y nacionalismo radical. A esta manera de pensar Jesús va a proponer una alternativa que se inscribe en la más genuina tradición profética, pero que la superará.
     La lectura que Jesús proclama pertenece al tercer Isaías. En el texto original el profeta se presenta a sí mismo como enviado de Dios para proclamar una nueva intervención liberadora de Dios y un nuevo año jubilar. Jesús afirma que esas palabras del profeta se cumplen en realidad en su persona: su actividad y su misión serán buena noticia de liberación para pobres, cautivos, ciegos y oprimidos.
     Pero Jesús no lee el texto de Isaías completo. Isaías, además de «el año de gracia del Señor», anuncia «el día de la venganza de nuestro Dios».
     Jesús omite el último verso. Sus palabras, por tanto, actualizan la promesa de la gracia y nada dicen de venganza, por lo que provocan la extrañeza y el rechazo de los presentes en la sinagoga. Los paisanos de Jesús esperaban un Mesías nacionalista, ejecutor de la venganza de Dios contra los imperios que habían oprimido a Israel y contra el que en ese momento lo dominaba.
     El exclusivismo nacionalista de los nazarenos les impide captar el mensaje de Jesús y, muy al contrario, sus razones los ponen furiosos. Por eso intentan despeñarlo por un tajo.
     Pero todavía no había llegado la hora de Jesús. Le quedaba todavía un largo y duro camino por andar.

Oración

     Una de las tentaciones más frecuentes que nos asaltan a los seres humanos es la de hacernos un dios a medida, un dios del que nos podamos apropiar y al que podamos controlar, un dios enemigo de nuestros enemigos. Pero tú, Señor, quieres ser Padre de todos, tú quieres a todas las personas sin exclusión alguna, ofreces tu misericordia a todos y nada quieres saber de venganzas. Y el proclamar esto provocó la primera amenaza contra la vida de tu Hijo Jesús.
     Ayúdanos a superar esa tentación que hoy toma la forma de intolerancia, de racismo, de clasismo, de rechazo al diferente, del que no es de los nuestros; ayúdanos a conformar nuestro corazón con la misericordia del tuyo y a eliminar del nuestro todo rencor, todo deseo de venganza y toda tentación de privatizar tu amor.
      Te lo pedimos por Jesús, hijo tuyo, hermano nuestro que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

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