Índice del artículo


Primera estación: aún antes de haber nacido.
         

S. Te alabamos, Jesús, y te bendecimos
R. Porque con tu amor, que te llevó hasta la cruz, liberaste al mundo.

     Lucas 2,22-35
    
     22Cuando llegó el tiempo de que se purificasen conforme a la Ley de Moisés, llevaron al niño a la ciudad de Jerusalén para presentarlo al Señor 23 (tal como está prescrito en la Ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor") (Éx 13,2; 13,11) 24 y ofrecer un sacrificio (conforme a lo mandado en la Ley del Señor: "Un par de tórtolas o dos pichones") (Lv 5,7; 12,8).
     25Había por cierto en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel, y el Espíritu Santo descansaba sobre él. 26 El Espíritu Santo le había avisado que no moriría sin ver al Mesías del Señor.27Impulsado por el Espíritu fue al templo y, en el momento en que entraban los padres con el niño Jesús para cumplir con él lo que era costumbre según la Ley, 28él lo cogió en brazos y bendijo a Dios diciendo:
     29-Ahora, mi Dueño, según tu promesa,
     30puedes dejar a tu siervo irse en paz,
     31porque mis ojos han visto la salvación
     32que has puesto a disposición de todos los pueblos:
     una luz que es revelación para las naciones
y gloria para tu pueblo, Israel.
     33Su padre y su madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño. 34Simeón los bendijo y dijo a María su madre:
     - Mira, éste está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten, y como bandera discutida 35-y a ti, tus anhelos te los truncará una espada-; así quedarán al descubierto las ideas de muchos.    
    
    

  Reflexión

      
     Cuando aún Jesús no había nacido, María entonó un himno mediante el que proclamaba su fe en la palabra de Dios, agradecía la fidelidad de Dios a sus promesas y anunciaba, como si ya se hubiera realizado el cambio que se producirá como consecuencia de la misión que llevará a cabo el hijo que está esperando.
     Para María, la presencia de Dios en medio de su pueblo se va a revelar en la presencia de la justicia en las relaciones humanas. Así concreta ella la realización de esa justicia divina que ya da por realizada: «Su brazo ha intervenido con fuerza, ha desbaratado los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y encumbra a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacío».
     Lo que María espera que se cumpla, lo que su himno anuncia es esto: Dios, por medio de su enviado, va a demostrar de parte de quién está. Dios está de parte de los pobres y de los humildes, o mejor, los humillados, los empobrecidos, los marginados, los despreciados.
     A lo largo del evangelio se irá viendo, por un lado, que lo que Dios no quiere es una humanidad fragmentada en la que el bienestar de unos produce el sufrimiento de muchos, y, además, el contenido de la salvación se irá acrecentando; pero, ya desde el principio, vislumbra que la misión del hijo de María va a encontrar resistencias. Sin saberlo, María está ya anunciando el Via Crucis, el camino de la cruz.
     Cuando, al poco tiempo de su nacimiento, María y José lleven al niño para presentarlo en el templo, el anciano Simeón pronunciará una profecía en este sentido: «Mira, este está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten, y como bandera discutida...». Lucas, con estas palabras, nos está señalando dónde acabará este conflicto: con el Mesías levantado en alto, en la cruz, como una bandera discutida, recibiendo la adhesión de unos y el rechazo total de otros.
    
     Oración


          Nuestro mundo sigue roto, la humanidad está fragmentada, la injusticia sigue gobernando en muchos ámbitos de nuestra realidad, muchos sufrimientos podrían superarse si nos tomáramos en serio tu palabra, si pusiéramos en práctica tu mensaje. Sabemos que tú mantendrás tus promesas. Pero quieres que nosotros seamos el vehículo necesario para su plena realización. Por eso te pedimos que nos ayudes a seguir con fidelidad y coherencia el camino de tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar

We use cookies

Usamos cookies en nuestro sitio web. Algunas de ellas son esenciales para el funcionamiento del sitio, mientras que otras nos ayudan a mejorar el sitio web y también la experiencia del usuario (cookies de rastreo). Puedes decidir por ti mismo si quieres permitir el uso de las cookies. Ten en cuenta que si las rechazas, puede que no puedas usar todas las funcionalidades del sitio web.