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Domingo 2º de Pascua
Ciclo B

7 de abril de 2024
 

Hacer visible nuestra fe

        La fe nace y se fortalece con la experiencia del amor de Dios. Bien sea de la experiencia propia o del testimonio que quien lo sintió. Pero esa experiencia no tiene por qué ser algo extraordinario, y mucho menos un privilegio individual. Porque la experiencia del amor de Dios se percibe -se debería ver, se debería vivir- en la vida diaria de las comunidades cristianas.

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Domingo de Resurrección
Ciclo B

31 de marzo de 2024
 

Testigos de la resurrección

    La resurrección de Jesús no es sólo un dogma, no es una verdad teórica que basta con aceptar intelectualmente. Fue - y tiene que seguir siendo- una experiencia tan profunda que cambió la historia; y debe seguir cambiándola día a día. Aquel día empezó un mundo nuevo y una nueva humanidad, completándose la acción creadora del Padre y abriéndose la posibilidad de que todos vivamos como hermanos. Desde el momento en que asumimos como adultos nuestro bautismo nos convertimos en testigos de la resurrección de Jesús. Pero, ¿cómo llevamos nuestro testimonio?

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Vigilia Pascual
Ciclo B

30 de marzo de 2024
 

Más fuerte que la muerte
 

    En un mundo con tanta capacidad de muerte como el nuestro -¿A cuántas personas mata diariamente el hambre? ¿Cuántos planetas como la Tierra podrían destruirse con las armas atómicas almacenadas en las grandes potencias y en otros países del Mundo?-, anunciar la resurrección de Jesús significa proclamar que Dios no está con los que provocan, fabrican o bendicen la muerte, sino con los que dan por amor la vida para que sean posibles la felicidad y la vida en plenitud.

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Viernes Santo
Ciclo B

29 de marzo de 2024
 
¿Es “santa” la cruz?

 

    En el catecismo que algunos aprendimos de pequeños se nos decía que la cruz es lo que nos identifica como cristianos, que «la señal del cristiano, es la Santa Cruz», y se nos pedía el máximo respeto para ese signo de fe. Pero ¿es así? Y si lo es, ¿por qué es así?
    La cruz, en realidad, es un instrumento de tortura, un cruel y perverso instrumento de tortura y, como tal, en términos teológicos, es un instrumento de pecado. Entonces, ¿qué es lo que le da valor a la cruz? Y, ¿de qué modo se expresa el debido respeto a este signo?

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Jueves Santo
Ciclo B

28 de marzo de 2024
 

Por el amor que recibimos

    Nadie quiere ser siervo; todos, en cambio, queremos ser señores. Al fin y al cabo, desde el primer libro de la Biblia, el Génesis, se nos dice que Dios nos hizo para ser señores; y, según la tradición bíblica, la primera intervención de Dios en la historia humana se realizó para sacar de la servidumbre a un puñado de esclavos. Pero la experiencia nos dice que, en nuestro mundo, ser señor equivale a situarse por encima de los que no se los considera como tales y, de una u otra manera, someterlos a servidumbre.
    El gesto de Jesús que nos refiere el evangelio de Juan nos descubre un camino nuevo para acceder al señorío: podemos ser señores, no por el poder que poseamos, sino por el amor que, de los demás, libre y gratuitamente recibamos.

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Domingo de Ramos
Ciclo B

24 de marzo de 2024
 

 

Hijo, no siervo: hijo de hombre, hijo de Dios

    Isaías habla de un personaje, el siervo de Yavhéh, que, sufriendo solidariamente salva a muchos. En algunos pasajes del evangelio el mismo Jesús se aplica a sí mismo alguno de esos textos. Pero él nos muestra que el valor salvador del sufrimiento no radica en el del dolor sino en del amor que en él se puede contener. Y así, aceptando todo el dolor del mundo para mantenerse fiel a su compromiso de amor a todo el mundo, a toda la humanidad, se revela no como siervo, sino como Hijo.
    Pero, en las lecturas de este Domingo de Ramos y de Pasión, oiremos decir -por boca de otros o del mismo Jesús- que él es Hijo de David, del Hombre y de Dios. Hijo de David, le llaman las multitudes que lo aclaman en Jerusalén, manifestando la falsa esperanza de ver restaurado en reino de David; [Hijo del] Hombre se llama a sí mismo Jesús, proponiéndose como modelo de ser humano y como el rostro humano con el que Dios se revela; Hijo de Dios le llamará el centurión que vigilaba su ejecución, el único que fue capaz de ver el amor de Dios en la sangre humana que aquel hombre vertía.

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Domingo 5º de Cuaresma
Ciclo B

17 de marzo de 2024
 

Nos anima la esperanza

    Jesús está a punto de culminar su enfrentamiento con los poderes de este mundo: la jerarquía judía, el poder imperial romano... Están decididos a acabar con él pues, en su mensaje, ven un peligro para sus injusticias y privilegios. Y él, que es un hombre de bien, siente horror ante el odio y también, -¡cómo no!- ante el dolor y la muerte. Pero, a pesar de todo, mantiene su compromiso. Y su amor, manifestado en su entrega, será semilla de una nueva vida para todos.
    Porque eso fue su muerte, porque en ella se manifestaron la gloria y el amor de Dios, y porque esa semilla sigue dando fruto, siempre seguirá viva la esperanza.

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Domingo 4º de Cuaresma
Ciclo B

10 de marzo de 2024
 

 

No hay temor en el amor

    No nos debe dar miedo de Dios; si hay que temer a alguien es a nosotros mismos. No es Dios el que puede amargarnos la vida -ni ésta ni la futura-. Lo que nos puede perder es nuestra insensatez, nuestra resistencia a acoger lo que nos ofrece y el negarnos a aceptarlo tal y como él se quiere manifestar: como amor sin límite.
    La crueldad de los poderosos, quienes con su inmensa capacidad de violencia se constituyen a sí mismos en dioses, aprovechando nuestra propia insensatez, es lo que puede
provocar, a su antojo, conmoción y terror.

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Domingo 3º de Cuaresma
Ciclo B

3 de marzo de 2024
 

¿El templo? ¡El corazón humano!

     Por mucho que en el transcurso de los siglos los manipuladores de la fe de los pueblos lo hayan intentado encerrar, Dios no cabe entre cuatro paredes, sólo cabe en el Hombre, en la persona que, por amor, entrega y gasta su vida luchando por la justicia y por la libertad de sus semejantes. Y en los grupos humanos en los que ese amor es la característica que los identifica.
     Aunque los fieles de todas las religiones se han empeñado en construir para Él casas y palacios, Él no quiere vivir más que al calor del corazón del Hombre que ama a sus hermanos hasta vencer la muerte. Dios no cabe entre cuatro paredes: El Hombre -Jesús como primogénito y cada una de las personas de esta tierra- es, o puede ser, su templo.

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