Domingo de Ramos  -  Ciclo B

25 de marzo de 2018
 

SIERVO NO, HIJO: hijo de hombre, hijo de Dios



    Isaías habla de un personaje, el siervo de Yavhéh, que, sufriendo solidariamente salva a muchos. En algunos pasajes del evangelio el mismo Jesús se aplica a sí mismo alguno de esos textos. Pero él nos muestra que el valor salvador del sufrimiento no es el del dolor sino el del amor que en él se puede contener. Y así, aceptando todo el dolor del mundo para mantenerse fiel a su compromiso de amor a todo el mundo, a toda la humanidad, se revela no como siervo, sino como Hijo.
    Pero, en las lecturas de este Domingo de Ramos, oiremos decir -por boca de otros o del mismo Jesús- que él es Hijo de David, del Hombre y de Dios. Hijo de David, le llaman las multitudes que lo aclaman en Jerusalén, manifestando la falsa esperanza de ver restaurado en reino de David; [Hijo del] Hombre se llama a sí mismo Jesús, proponiéndose como modelo de hombre y como el rostro humano con el que Dios se revela; Hijo de Dios le llamará el centurión que vigilaba su ejecución, el único que fue capaz de ver el amor de Dios en la sangre humana que aquel hombre vertía.

Domingo 5º de Cuaresma  -  Ciclo B

18 de marzo de 2018
 

Queda la esperanza


    Jesús está a punto de culminar su enfrentamiento con los poderes de este mundo: la jerarquía judía, el poder imperial romano... Tratarán de acabar con él pues, en su mensaje, ven un peligro para sus injusticias y privilegios. Y él, que es un hombre de bien, siente horror ante el odio y también, -¡cómo no!- ante el dolor y la muerte. Pero, a pesar de todo,  mantiene su compromiso. Y, en su muerte, su amor será semilla de una nueva vida para todos.
    Porque así fue su muerte, porque en ella se manifestaron la gloria y el amor de Dios, y porque su semilla sigue dando fruto, todavía podemos tener esperanza.

Domingo 4º de Cuaresma  -  Ciclo B

11 de marzo de 2018
 

No hay temor en el amor

   No nos debe dar miedo de Dios; si hay que temer a alguien es a nosotros mismos. No es Dios el que puede amargarnos la vida -ni ésta ni la futura-. Lo que nos puede perder es nuestra insensatez, nuestra resistencia a acoger lo que nos ofrece y el negarnos a aceptarlo tal y como él se quiere manifestar: como amor sin límite.
    Nuestra insensatez y la crueldad de los poderosos, los que con su inmensa capacidad de violencia se constituyen en dioses y pueden
provocar, cuando quieren, conmoción y terror.

Domingo 3º de Cuaresma  -  Ciclo B

4 de marzo de 2018
 

El templo..., el corazón humano
   

    Por mucho que en el transcurso de los siglos los manipuladores de la fe de los pueblos lo hayan intentado encerrar, Dios no cabe entre cuatro paredes, sólo cabe en el Hombre, en el hombre que, por amor, entrega y gasta la vida luchando por la libertad de sus semejantes. Y en los grupos de hombres en los que ese amor es la característica que los identifica.
    Aunque los fieles de todas las religiones se han empeñado en construir para Él casas y palacios, Él ha decidido que no quiere vivir más que al calor del corazón del Hombre que ama a sus hermanos hasta vencer la muerte. Dios no cabe entre cuatro paredes: El Hombre -Jesús como primogénito y cada una de las personas- es, o puede ser, su templo.

Domingo 2º de Cuaresma  -  Ciclo B

25 de febrero de 2018
 
No valen atajos

    En la lucha de cada día es donde se podrá alcanzar la victoria; por medio del compromiso humilde y fiel, desde abajo, en solidaridad con los que más abajo se han quedado en nuestra sociedad. La meta es gloriosa, la victoria segura: vida definitiva. Pero para lograrla, hay que ganarla. Y puede que, en apariencia  -el Padre hará que sólo sea en apariencia-, haya también que perderla.
    Pero cuando se ha experimentado cercana o presente la gloria que se espera, existe el peligro de olvidarse del camino que hay que hacer; ahora bien, si para nosotros la meta es la misma que la de Jesús, también es idéntico el camino. Y no valen atajos: no se puede llegar a la meta sin antes completar todo el camino.

Domingo 1º de Cuaresma  -  Ciclo B

18 de febrero de 2018
 

Un pacto con otra vida... para este tiempo
 

  El desastre del diluvio universal terminó con un pacto entre Dios y la humanidad que contiene el compromiso inquebrantable de Dios con la vida. Jesús profundiza este compromiso con otra vida para este tiempo, compromiso al que nos invita a unirnos para con él construir un mundo de hombres hermanos. Para ello, dice, hay que romper con un orden de injusticia y violencia que gobierna nuestro mundo y que es, permanentemente, causa de sufrimiento, de miseria y de muerte.

We use cookies

Usamos cookies en nuestro sitio web. Algunas de ellas son esenciales para el funcionamiento del sitio, mientras que otras nos ayudan a mejorar el sitio web y también la experiencia del usuario (cookies de rastreo). Puedes decidir por ti mismo si quieres permitir el uso de las cookies. Ten en cuenta que si las rechazas, puede que no puedas usar todas las funcionalidades del sitio web.